viernes, 24 de mayo de 2019

En este lugar.


Vi el sufrimiento de los que están en sus casas, de los que viven.
Entonces, reflexioné sobre mi estancia en el lugar.

¿Actué correctamente?  ¿Aprendí de mis errores?

¿Me esforcé para ser una mejor persona, menos egoísta y más compasivo, menos ruin y más bondadoso?

¿Hice de la moral mi virtud?  ¿Tuve el valor suficiente para ser honesto?

¿Practiqué la paz y la tolerancia?  ¿Actué conforme a la fraternidad y el amor?

¿Comprendí el significado de la libertad y de lo que es ser libre?

Es difícil estar acá, siempre lo ha sido, lo fue y lo será.

Pido perdón a todos y a por aquello que sea necesario,
el arrepentimiento es real.

La redención por la transgresión viene en un radiante rayo de luz.

Me siento agradecido, te doy las gracias.

Y, cuando llegue el día de salir de la casa será porque cumplí con lo debido,
me iré del lugar siguiendo al rayo de luz.

Luego, como sucede con todos los que viven, volveré al lugar,
a una casa nueva y cada vez mejor.

sábado, 22 de abril de 2017

Los traidores deben llamarse Pablo, no Judas.



No existe mayor traidor que Saulo de Tarso, y la prueba de su traición es el hallazgo arqueológico, a finales del siglo XX, de un evangelio apócrifo.

Ya sabemos que “la historia la escriben quienes ganan la guerra”, cuando los genocidas, tras la aniquilación de sus contrarios, instauran su régimen. Por esta razón es que Judas, discípulo de Jesús de Nazaret a quien llaman “Iscariote”, es un traidor y no Saulo de Tarso, asesino de seguidores de Jesús de Nazaret a quien llaman “San Pablo”.

Entonces, aparece el apócrifo evangelio de Judas, de quien un viejo libro dice originario de un pueblo llamado Kerioth, y los fundamentalistas niegan su veracidad apoyándose en los escritos de Irineo de Lyon, otro santo de la iglesia primitiva patriarca de una congregación paulina, adversaria a las congregaciones derivadas de los Doce y de donde se origina la “institución de los concilios ecuménicos”, conocida como Iglesia Católica Apostólica Romana.

Es así que, siendo los paulinos enemigos de los seguidores de los Doce, los escritos de “San” Irineo se enfocaban en arremeter contra el resto de las congregaciones, sobre todo unas llamadas “gnósticas”, las cuales eran restos o remanentes de las escuelas esenias, comunidad extinta por la persecución y genocidio del poder político y religioso de la época.

De modo que, Irineo bautizó a todo lo no paulino con el nombre de “contrario” (hereje) y comenzó el trabajo de edición que hoy en día se conoce como “los evangelios canónicos”, un trabajo que fue completado años después, perfeccionado con supresiones y alteraciones de los textos y presentado como un gran compendio bibliográfico al cual se añadió la Torá Judía durante el primer gran concilio ecuménico a finales del siglo IV con el propósito de la fundación de una institución religiosa que buscaba imitar al Sanedrín donde se formó su prócer: Saulo de Tarso.

Este acontecimiento generó graves consecuencias históricas y fue el inicio de lo que se conoció como “el oscurantismo” occidental. Al momento y en lo sucesivo se alzaron muchas voces de protesta, sobre todo entre los líderes de las congregaciones no paulinas, y se libraron batallas que la historia oficial ignora, niega u oculta bajo los sangrientos cuentos de hadas titulados “Las Cruzadas”. Luchas armadas de las que no hay registros sino apenas relatos lejanos como el de la humilde y misteriosa destrucción de la Biblioteca-Museo de Alejandría. La persecución y muerte a los patriarcas de “iglesias” no paulinas o congregaciones “heréticas”, resultando el nombre de Arrio como el único de tantos que milagrosamente sobrevivió a la “historia” pero ridiculizado en la creación de una doctrina antidogma, el “arrianismo”.

En conclusión, quienes hayan tenido la oportunidad de leer, de conocer y osen reflexionar, ya sin el miedo a las hogueras de la Santa Inquisición (las cuales aún se rememoran y celebran en el mundo católico los días domingo de resurrección con un muñeco que representa al hereje y al traidor), podrán ahora comprender el porqué de que las crónicas de los apóstoles de Jesús de Nazaret hayan sido reducidas a solo cuatro libros oficiales, el canon inspirado por un tal espíritu santo; entenderán por qué en esos cuatro “evangelios” solo se relate una pequeña parte de la vida de Jesús denominada “vida pública”, desapareciendo el resto de su existencia, su infancia (salvo un corto pasaje cuyo objetivo parece indicar que los “evangelistas” la conocían pero que no fue relevante contarla) y su familia (quienes, al parecer, junto con los discípulos y Jesús mismo habrían pertenecido a la comunidad judía de los Esenios).

Solo nos queda esperar a que, algún día, por obra y gracia de una fuerza superior de mayor poder al del espíritu santo que según los paulinos inspiró a unos iletrados y embrutecidos pescadores, los pergaminos de Qumrán que aún permanecen bajo llave en alguna bóveda sagrada salgan a la luz y revelen la verdad de los Esenios, los Doce y la “sagrada familia” de Belén y Nazaret. Aunque, seguramente no sirva de nada luego de que la autoridad religiosa y política, en rueda de prensa, le reste credibilidad y desvalorice los hallazgos tras afirmar:
-- “ni siquiera el mismísimo Jesucristo en persona podrá contradecir jamás a la Palabra de Dios”
Su Santidad el Papa.

viernes, 14 de abril de 2017

La Procesión del Santo Dolor

El niño se sorprendió de su propio coraje pues, aunque las espantosas estatuas le aterraban, pudo detallar sus expresiones de dolor, y tras ellas la procesión de personas, unas con velas encendidas, otras andando de rodillas.
De pronto, un rayo de inspiración filosófica iluminó su mente infantil y preguntó como un adulto a su acompañante: ¿mami, por qué permite Dios el sufrimiento? Su madre respondió:

-Dios permite obtener aquello que se desea con la fuerza del alma, pero solo si se tiene mérito para ello, porque hay que ganarse las cosas, y también si se tiene voluntad y constancia en el deseo, por eso es que existe gente mala rica y gente buena pobre. Entonces ¿cómo podría Dios poner fin al sufrimiento si la gente lo venera como a un dios?
Acaso mira los ídolos sagrados de la procesión, con sus rostros desfigurados de dolor y pintados de rojo porque se están desangrando, representan el dolor humano y la gente les rinde devoción, hasta les piden milagros. Este acto es una invocación colectiva al sufrimiento, y es consecuencia de un engaño milenario que hizo creer a los ingenuos y a los ignorantes que el dolor es un camino para llegar a Dios.

Un tercer acompañante, el padre del niño, acarició tiernamente el cabello a su esposa y dijo:

-Nos inculcaron que el sufrimiento es algo bueno de tener, como también la culpa, porque somos pecadores y desobedientes de Dios, y los libros sagrados prometen el Paraíso a quienes se humillen, a quienes se amancen y no se defiendan, y a los que pongan su otra mejilla si son golpeados.También hay personas que piensan "Si el Mesías sufrió, ¿Por qué no he de sufrir yo también?", grave error, sobre todo por las diversas patologías y complejos de personalidad que esta reflexión implica. Incluso, en tiempos no muy remotos, las personas se autoflajelaban y se inflingian diversos tipos de tortura con la absurda idea de que esto purificaba sus almas y les santificaba. Esas ideas aún permanecen en el inconsiente colectivo y es por eso aún no podemos erradicar el sufrimiento de esta humanidad.

Pececitos