lunes, 14 de febrero de 2011

Reflexión a raiz de la Cruz del Monte Ávila

La Cruz ha sido un símbolo místico y de contenido espiritual desde épocas inmemoriales, en civilizaciones que nuestra ciencia histórica desconoce o se empeña afanosamente en desconocer.

Actualmente representa el logotipo de un sector religioso conocido como Cristianismo, el cual se basa en las enseñanzas más conocidas del Maestro Jesús de Nazareth, y que está representado mayormente por una organización conocida como Iglesia Católica Apostólica Romana, ampliamente extendida por el mundo entero y que ha gozado de gran poder político y económico hasta nuestros días, con sede en un Estado Autónomo ubicado dentro del país de Italia, específicamente en la ciudad de Roma. Es el sector del Cristianismo más poderoso, al punto de ser definido como "religión católica", por su gran número de adeptos en todo el globo.

Muchas personas coinciden en la crítica sobre la forma en que esta organización y otras facciones de la cristiandad han usado y utilizan este símbolo como emblema representativo y de identificación Y es que, según nos cuenta la historia, hace unos dos mil años Jesús de Nazareth fue ejecutado por órdenes del Sanedrín en Jerusalén siendo clavado en un madero con forma cruz, a la usanza de los Romanos en la época, siendo esta la imagen principal con la que se han dado a conocer desde su fundación en el Siglo IV durante la regencia del Emperador Romano Constantino, llamado "el grande".

De manera que resulta irónico, y quizás hasta sarcástico, que aún hablando las escrituras sagradas de esta organización o religión (el libro presentado bajo el nombre de Biblia en la reunión postfundación conocida como Concilio de Nicea) de la Resurrección, una forma de decir que se ha vencido a la muerte, de que la muerte no existe para Dios y que es una ilusión humana en realidad, pues sea la figura de un hombre martirizado, un cuerpo con visibles signos de una terrible tortura, un cadáver sanguinolento, aquello que primero se encuentra y se vé al entrar a un templo o lugar de adoración, a una iglesia.

Pero lo peor no es la imagen en sí misma, sino aquello para lo cual se usa, pues se inculca a los fieles y devotos una culpabilidad infinita por el sufrimiento de aquel hombre colgado en la cruz, lo cual no es nada nuevo considerando que en el Judaísmo se inculca la culpabilidad por el gusto a las manzanas, y que siendo igualmente heredado por la cristiandad, los hace doblemente culpables por lo que es necesario golpearse el pecho durante los ritos denominados Misa para tratar de inflingirse un infarto del miocardio como acto de sacrificio por lo malvado que han sido durante toda su vida e incluso antes de nacer ("el pecado original", algo directamente relacionado con el placer por las manzanas).

Es de esta manera que el simbolismo espiritual de la Cruz, que no es más que la reafirmación de la Unidad entre Dios y el Ser Humano, ha sido transgredido y tergiversado por los grupos de poder para sembrar culpa y sufrimiento en las multitudes. Sin embargo, y gracias a Dios, todas estas ideas nefastas son incapaces de perturbar la Paz que nos inspira una Cruz de Luz que nos ilumina desde lo alto, llamándonos la atención para mantener siempre en alto nuestra cabeza y hacernos dejar de estar dormidos, pues ya es la hora del gran despertar.

Pececitos